Esta semana me ha apetecido trasladar este particular viaje hasta Xi’an, el hogar de los guerreros de terracota, más de 8.000 figuras de guerreros y caballos a tamaño real, que fueron enterradas cerca del autoproclamado primer emperador de China de la Dinastía Qin, Qin Shi Huang, en 210-209 a. C.
Xi’an (en chino: 西安, pinyin: Xī’ān, transcripción antigua: Hsian, literalmente: «Paz Occidental») es la capital de la provincia de Shaanxi en China. Xi’an cuenta con más de 3 millones de habitantes y su municipalidad con alrededor de más de 8 millones de habitantes. Está considerada el extremo oriental de la Ruta de la Seda.
Restos arqueológicos encontrados en la zona demuestran que la región en la que se encuentra Xi’an estuvo habitada hace más de medio millón de años. La ciudad actual fue reconstruida durante la época Ming en el lugar de la antigua Chang’an, capital de las dinastías Sui y Tang.
Chang’an, en un emplazamiento ligeramente distinto, había sido capital de otras muchas dinastías anteriores, desde que Liu Bang, fundador de la dinastía Han, estableció allí la nueva capital del imperio en 202 a. C. En 1936 tuvo lugar el incidente de Xi’an, que llevaría a la alianza entre los nacionalistas y los comunistas contra la invasión japonesa.
Desde el descubrimiento de los guerreros de terracota en 1974, Xi’an se ha convertido en uno de los principales destinos turísticos de China.
Guerreros a la tierra
Los Guerreros de terracota se encuentran dentro del Mausoleo de Qin Shi Huang. Fueron descubiertos durante unas obras para un abastecimiento de agua, en marzo de 1974. Desde el año 1987 están considerados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Enterrando estas estatuas se creía que el emperador seguiría teniendo tropas bajo su mando. El ejército de terracota fue enterrado en formación de batalla en tres fosos, un kilómetro y medio al este de la tumba del emperador, que a su vez dista 33 km al este de Xi’an. Los tres fosos tienen entre 4 y 8 metros de profundidad. Han sido excavados y se ha construido un hangar en las ruinas, llamado Museo del Ejército de Guerreros.
El primer foso fue descubierto en 1974 de forma casual. En esa zona se habían encontrado ya algunos restos, a los que no se les había dado demasiada importancia, hasta que la noticia del hallazgo del nuevo foso llegó a oídos de un arqueólogo que inició la excavación.
Cada una de estas figuras tiene rasgos y características diferentes: bigotes, peinados, jóvenes, viejos, rasgos de etnias diferentes. Las cabezas y las manos se moldeaban aparte y luego se añadían a los cuerpos. Los uniformes reflejan también los rangos militares a los que pertenecen. Cada soldado llevaba un arma: arcos, lanzas, espadas, etc. Tras la caída de la dinastía Qin, los campesinos saquearon la tumba y robaron estas armas. Las figuras son de colores vivos y brillantes, pero este color se pierde apenas a las cinco horas de exposición al aire, debido a la oxidación. Se está buscando una técnica que permita mantener los colores originales; por el momento, se ha pospuesto la excavación de nuevos guerreros.
En 2010 los descubridores y excavadores oficiales -la arqueóloga Xu Weihong y su equipo, exclusivamente- recibieron el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales.