La primera carretera asfaltada de Estados Unidos unía originalmente Chicago (Illinois), atravesaba Misuri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México, Arizona y California, hasta finalizar en Los Ángeles, con un recorrido total de 3.939 kilómetros. En la actualidad, el final se encuentra en Santa Mónica.
La Ruta 66 fue el principal itinerario de los emigrantes que iban al oeste, especialmente durante las tormentas de polvo de los años 30, y sostuvo la economía de las zonas que la carretera atravesaba. La gente que prosperó durante la creciente popularidad de la carretera, fue la misma que años más tarde luchó por mantenerla viva cuando empezó a construirse la nueva Red de Autopistas Interestatales de Estados Unidos.
La U.S. 66 (Ruta 66) fue descatalogada (es decir, oficialmente retirada de la Red de Carreteras de Estados Unidos) el 27 de junio de 1985 después de decidirse que la carretera ya no era relevante. Larga, larguísma, con tramos rectos hasta el infinito, John Steinbeck la llamó The Mother Road, nombre que todavía se usa, en su novela Las uvas de la ira (1939), cuyos protagonistas atravesaban el desierto de Arizona hacia la «tierra prometida».
En los años 50 se forjó el mito que ha perdurado en el tiempo, con sus moteles en mitad del desierto, gasolineras desvencijadas, cafés envueltos en neones y los símbolos de la Ruta 66 que de forma inequívoca nos recuerdan que estamos en lo más profundo de Estados Unidos.
Otro de los atractivos es Cadillac Ranch. Construido por un grupo de arte hippie al pie de la Ruta 66, a su paso por Amarillo, Texas, no es un rancho propiamente dicho, si no que se trata de una obra de arte llevada a cabo por el grupo Ant Farm en colaboración del multimillonario Stanley Marsh; artista, filántropo y hombre de negocios. Un homenaje a la evolución del culo del Cadillac, todo un símbolo norteamericano.
¿Un sueño, un mito, una aventura? Recorrer la histórica Ruta 66 desde la Costa Este de Estados Unidos hasta la Costa Oeste significa un viaje en el tiempo, una forma maravillosa de conocer el país, su forma de vida y sus paisajes más representativos. Aunque ya no es posible recorrer el trazado original de forma ininterrumpida, sí se mantienen algunos extensos tramos muy bien conservados y que han mantenido su esencia de antaño. En coche, autocaravana, en moto… surcando Estados Unidos para descubrir pueblos minúsculos y paisajes inmensos; sus gentes y una escenografía –moteles y cafés de carretera– que ha quedado anclada en el tiempo.