Turquía siempre se ha visto desde occidente como el primer escalón al oriente, al islam principalmente. Y desde allí como la antesala de Europa. Lo cierto es que en Turquía la historia sale al encuentro a cada paso de toda aquella persona que lo visita: templos en medio de campos de cultivo, tumbas excavadas en acantilados costeros o fluviales, columnatas que campean en plazas de aldea…No en vano, y desde hace milenios, esta tierra ha sido el pasillo natural entre Asia y Europa. Por él transitaron buena parte de las grandes civilizaciones del pasado: hititas, licios, partos, frigios, griegos, romanos, turcos selyúcidas y otomanos…Todos ellos dejaron su monumental impronta, hasta acumular uno de los patrimonios más apabullantes y complejos que existen; una verdadera fiesta para los amantes del arte y la belleza.
Estos vestigios se reparten a lo largo del territorio turco, desde los confines orientales, donde se levantan los 5.165 metros de altitud del bíblico monte Ararat, hasta las luminosas costas de los mares del Mediterráneo y Egeo. Entre ambos extremos se extiende la estepa anatolia, una inmensa planicie tapizada de gramíneas, sin apenas accidentes geográficos, llana, uniforme, capaz de embriagar la mente y el ánimo. Y señalando sus límites por el norte y por el sur, cadenas montañosas con cumbres que rozan los cuatro mil metros, más altas que los Pirineos, donde todavía encuentran refugio las manadas de lobos y los últimos osos salvajes.
Esta tierra mágica ha protagonizado mitos universales, relatos y leyendas que abarcan desde los patriarcas Noé y Abraham al mítico rey Midas, quien convertía en oro todo cuanto tocaba, el conquistador Alejandro Magno, las intrigas y traiciones de la corte bizantina, o la opulencia de los sultanes y las voluptuosas fantasías asociadas a sus serrallos.
Sin embargo, ninguna de estas narraciones es tan fascinante como la realidad del país contemporáneo. Nacido como república en el año 1923, la Turquía actual es una acumulación de contrastes y contradicciones no resueltos. Escindida entre la conciencia de su glorioso pasado y un ansia de prosperidad que la subordina a Occidente desde hace décadas; entre un Estado laico, una población abrumadoramente musulmana y unos vecinos islámicos recelosos y hostiles; entre una agresiva vocación homogeneizadora y la evidente condición plurinacional del Estado…Turquía es un libro sin acabar, tan repleto de promesas como de incertidumbres. Un libro apasionante, que se escribe día a día ante los absortos ojos del viajero.
En estos últimos años, la guerra fronteriza con Siria la ha convertido en paso de una emigración hacia Europa y en pieza de un tablero político importante. Y aún así, en determinados aspectos, sigue siendo un lugar donde, con las debidas precauciones de no acercarse a las fronteras sirias, viajar.