Yemen, la Arabia inesperada

Agotados prácticamente todos los adjetivos para aproximarse a las múltiples bellezas del planeta, cuando queremos emplear el de «país único» para Yemen, se nos antoja manido. Y, sin embargo, tal vez sea el calificativo que mejor le encaja a ese estado situado en la esquina meridional de la Península Arábiga. Las lluvias monzónicas, que riegan regularmente su territorio y lo convierten en un verde jardín donde la mayoría de cultivos tropicales son posibles; y los vientos que las empujan, que han hecho de los yemeníes unos hábiles navegantes que se han movido con soltura por las costas del Mar Rojo y toda la costa africana, tienen buena parte de responsabilidad.

Pero, además, los yemeníes han exprimido su territorio, sacándole una cantidad de jugo inimaginable. Nadie habría sospechado que en tan empinadas laderas se podían construir escaleras infinitas en las que encajar campos de cultivo generosos. Que de un barro modesto se pudieran levantar unos edificios prodigiosos que buscan la verticalidad, en un ejercicio prácticamente desafiante con las leyes divinas, cuando sólo los minaretes de las mezquitas tenían reservados el papel de apuntadores de la cúpula celeste.

País como ningún otro para acumular leyendas y mitos que invitan a la ensoñación, Yemen fue la cuna de la enigmática reina de Saba y centro de mercadeo del aromático incienso. El pasado crea un halo romántico inmejorable.

Ahora, Yemen debe luchar contra la imagen que él mismo se ha fabricado. En la capa epidérmica, la más evidente, encontramos gran cantidad de hombres armados, mujeres vestidas de negro que deambulan como fantasmas por las callejuelas más estrechas. Oímos hablar de secuestros de turistas en el desierto y de apoyos políticos a países satanizados por Occidente. Sólo rascando un poco, sin esfuerzo, descubrimos la dermis: gentes de una amabilidad y un alma inabarcables, montañas de una belleza agreste, arquitectura sabia. Y, todavía, sorpresas, como la desconocida isla de Socotra, perdida en medio del Océano para poner a prueba a los viajeros más curtidos. La Arabia que nadie espera.

Sin embargo, Yemen lleva unos años de luchas y guerras, por lo que si se decide viajar allí lo mejor es asegurarse bien de si se está en tregua con las milicias del islamismo radical y el frágil gobierno, o si por el contrario, la situación no lo aconseja en ese momento.

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