Castrillo de los Polvazares, esplendor arriero

Cristina C. Ugidos Quizá podamos pecar de que lo sabemos todo sobre el pueblo más famoso de la Maragatería, Castrillo de los Polvazares, pero nada más lejos de la realidad. En mi particular camino para conocer los pueblos que forman parte del municipio de Astorga, me tocaba conocer esta semana con mayor profundidad Castrillo. Un marco hermoso de típicas casas maragatas y calzadas empedradas que le convierte, desde 1980, en «Conjunto Histórico-Artístico de alto valor monumental».

Visitar Castrillo de los Polvazares significa visitar un lugar cuya historia se remonta hasta épocas romanas. Castro antes de la llegada del Imperio Romano, su vida va, de alguna manera, ligada a la vida de la propia ciudad de Astorga, solo que de una forma algo más… modesta. En la época del godo Rechivaldo, sí el que da apellido a Murias, el pueblo llegó a llamarse Castrillo de Rechivaldo. Pero ha tenido muchos nombres a lo largo de la historia, me explica Esteban Salvadores, pedáneo de la localidad.

Quizá uno de los hitos históricos más destacados de Castrillo fue la confluencia como cuartel general durante la Guerra de Independencia no solo de tropas francesas, sino de tropas inglesas y españolas. Durante el sitio de Astorga de 1810, las tropas del emperador Napoleón Bonaparte utilizaron el pueblo como cuartel general, con la llegada incluso de José Bonaparte para participar en el asedio a la ciudad. Más tarde, la batalla se desplaza a Castrillo de los Polvazares. Allí, en la primera batalla, el corregidor y el cura son capturados por las tropas napoleónicas mientras toman el pueblo. Al caer la noche, en la segunda batalla, los españoles contraatacan, rescatan al corregidor y liberan la villa. Esta batalla da pie a la posterior reconquista de Astorga y a la confluencia de las tropas del general Wellington.

Los secretos mejor guardados

Una de las cosas que más me ha llamado la atención sobre Castrillo es que todos los castrenses guardan con esmero y cariño sus árboles genealógicos y una perfecta documentación familiar que ni iguala siquiera ni la nobleza de mayor abolengo de España. «Conozco perfectamente mis antepasados y lo que hacían, y soy capaz de remontar mi árbol genealógico hasta 1400», cuenta Salvadores.

Pero no es el único. Una tradición arraigada y cuidada con mucho mimo, y que hasta la fecha tiene un carácter privado. No se puede visitar, y está propiedad de las familias. En ella se documenta la colaboración de los maragatos con los reyes de Castilla e, incluso, su participación en la guerra de Granada en época de los Reyes Católicos. «Conocemos las andanzas de nuestros antepasados», añade Salvadores. Ojalá decidan exponer algún día toda esa riqueza cultural para que la podamos conocer.

Gastronomía arriera

Todos sabemos por lo que es típica la gastronomía de Castrillo de los Polvazares, hogar de doña Maruja, conocida en el mundo entero por su cocido maragato. No obstante, Castrillo tiene mucho más para ofrecer. Las épocas de la arriería y el auge económico de los maragatos sin lugar a dudas dejaron su impronta en el pueblo. Castrillo vive sobre todo del turismo, y ya sabemos que también se conquista por el estómago.

La localidad es famosa y tiene mucha oferta gastronómica arriera. Platos tradicionales maragatos y la gastronomía de la zona, como pescados en salazón (bacalao, congrio y pulpo), las carnes rojas, productos de la tierra en temporada y chacinas. Las cartas en los restaurantes son amplias y se basan en los platos tradicionales. Los maragatos transportaban al interior salazones de pescado traídos de la costa gallega, y al volver a su tierra cargaban con embutidos y productos de secano, algo que todavía se mantiene en la tradición gastronómica.

Senderismo y rutas

Con la llegada del otoño apetece salir menos de casa, pero Castrillo ofrece varias rutas para hacer a pie o en bicicleta, preciosas en esta época del año. La localidad es puerta al Monte de la Marquesa, por lo que alrededor se pueden encontrar rutas para recorrer en bicicleta o haciendo ‘running’.

Además, no podemos olvidarnos de las setas, que, aunque este año no ha sido tan bueno para el ecosistema micológico, siempre podemos perdernos con calma por los rincones del pueblo. O pasear por el parque situado a la entrada de la localidad, donde en verano se celebra una gran comida para todo el pueblo. Yendo hacia Santa Catalina, a mano derecha, se encuentra el castro donde se asentaron los primeros pobladores de Castrillo, y donde se han dado cita equipos arqueológicos para estudiar el terreno.

Castrillo de los Polvazares, en el Camino

La localidad se encuentra dentro de la ruta conocida como el ‘Camino Francés’ del Camino de Santiago, por lo que tiene dos albergues nuevos para ofrecer alojamiento a los peregrinos que recorren la ruta histórica hasta Santiago de Compostela. Uno de los albergues es municipal y ofrece hospedaje para otro personas. Está nuevo y da un servicio de calidad. El otro albergue, de carácter privado, tiene capacidad para 20 plazas.

Fiestas y folclore maragato

Durante el invierno viven alrededor de ochenta personas en el pueblo, que se dedican, sobre todo, al turismo. La patrona de Castrillo, la Magdalena se celebra el 2 de julio. Se conmemoran fiestas típicamente maragatas, donde la tradición y la modernidad se mezclan. Bolos maragatos, bailes maragatos y procesiones se suceden por la localidad.

Castrillo también celebra su fiesta sacramental en torno a los meses de mayo y junio, coincidiendo con la celebración del Corpus Christi. La iglesia, dedicada a Santa María Magdalena se encuentra algo escondida en el entramado de calles que forman la localidad.

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