Astorga, una ciudad de León

En Astorga el Camino de Santiago, tan horizontal, se vuelve una lanza. Un ciprés de metal. El camino recibe el tajo de la ruta de la Plata y, con él, un inmenso prestigio de Roma que todavía resuena en la bóveda aérea de la urbe. El imperio romano León lo vivió como criado de campo y plaza y Astorga como señora de la casa.

Astorga tenía que ser León,, y León otra Mansilla de las Mulas, eso podría haberse augurado hace quince siglos, pero Astorga se quedó con las ganas y con el señor obispo, con los ferrocarriles y las mantecadas, con los cuarteles de la Restauración, y con los canónigos de pan llevar. Astorga es romana y no se apea de Roma, que lo demás es vértigo y filfa. En Astorga todos sabemos que somos romanos, que nuestra ciudad natal es Roma, que no hay nada igual que Roma, que allí se inventó todo, se armonizó todo. Hay que buscar siempre a las ciudades que «tienen» Roma. Quedarse en ellas todo el tiempo que se pueda. Astorga y León tienen Roma y Santiago de Compostela le sobra y basta.

Astorga está en el eje de las tres regiones naturales de la provincia: el Bierzo, la Montaña y la Llanura. La Cabrera, por su parte, es un Bierzo remotísimo, una Covadonga del Bierzo, con sus corredores de madera. Y Astorga es capital del Bierzo, también, que en el Bierzo siempre tenemos fuera las capitales. Astorga es capital fronteriza, internacional, porque su diócesis linda con la de Braganza, que es la ciudad más extraña de Iberia, la única que se parece a Ayachucho. Ponferrada viene luego, mi burgo misterioso.

*César Gavela, La Crónica-El Mundo, 10 de mayo de 1999″

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