Ruta por la Transilvania de Drácula

No he podido resistir la tentación y con la llegada de Halloween y Todos los Santos la próxima semana voy a proponer una ruta a caballo entre la literatura y la realidad. Drácula es quizá una de las novelas más famosas de la historia de la literatura. Escrita por el novelista irlandés Bram Stoker, sitúa un personaje oscuro en la región de Transilvania, lugar que nunca visitó el escritor, pero cuyo pintoresco nombre le llamó la atención.

Se dice que la realidad siempre supera la ficción, pero en este caso debemos decir que la ficción superó, y eso que no era fácil, la realidad histórica. Allá por el siglo XV vivió Vlad Tepes, a quien llamaban Vlad Drăculea, por ser hijo de Vlad Dracul (de la Orden del Dragón), cuya costumbre de empalar a sus enemigos le ha dado la fama mundial.

Fue un incansable guerrero que luchó contra el Imperio Otomano y un héroe de la defensa de su patria. Aunque nunca contó con un gran ejército, triunfaba a base de tácticas de guerrilla: infectaba los pozos de agua del enemigo, mandaba a sus campamentos a enfermos de tuberculosis para contagiarlos… Según algunos grabados de la época, le gustaba mojar pan en la sangre de sus enemigos en una copa, sin duda, esto no hizo más que alimentar la leyenda del Héroe Nacional.

El Castillo de Bran

Evidentemente con un castillo así, todo tipo de cuentos y leyendas pueden echar a volar la imaginación. La novela está inspirada en esta construcción del siglo XII, aunque no hay ninguna prueba de que el famoso príncipe Vlad Tepes haya pisado nunca el castillo de Bran. Toda la parafernalia draculera en esta región es absolutamente ficticia.

Es la atracción más visitada de Rumanía y los lugareños se empeñan en ofrecer souvenirs de Drácula y corazones sangrantes. En sí, la región es preciosa, entre las montañas Bucegi y Piatra Craiului. Hoy es un museo abierto al público que contiene muebles, pinturas y recuerdos de su época como residencia real. Su perfil de torres puntiagudas, almenas y saeteras alimenta la idea de que se trata del castillo descrito por la novela.

El Castillo de Poienari

Aquí sí que podemos hablar de realidad, pues estamos ante la fortaleza mandada construir por el mismísimo Vlad Tepes en 1459 y estratégicamente situado para guardar la entrada desde Transilvania al valle del Arges. La vista fabulosa de las gargantas de los Cárpatos merece, sin duda alguna, los 1.426 escalones que requiere la visita. Poienari, en la región de Valaquia, es el lugar de nacimiento del auténtico Vlad Tepes.

Bucarest

Si bien podríamos pensar que Bucarest no guarda mucha relación con la historia vampírica, nos equivocaríamos, pues fue precisamente aquí donde falleció Vlad Tepes, a los 45 años de edad, luchando contra los turcos para recuperar su trono. En el Museo Nacional de Historia se expone un retrato de este malvado personaje considerado por los rumanos un héroe nacional por haber expulsado a los turcos. También en este museo se guarda el documento más antiguo que atestigua el nombre de la ciudad, fechado en septiembre de 1459 y firmado con la enorme firma del Empalador.

En el antiguo barrio de Curtea Veche se encuentra el Palacio de Vlad Tepes junto a la Iglesia de la Anunciación y la Iglesia Stavropoleos, una joya de la arquitectura ortodoxa y muy cerca de la cervecería más famosa de la ciudad, Carul cu Berre, construida en 1878 y que tampoco hay que perderse. Vlad Tepes fue asesinado en 1476 en los bosques que rodean la Isla de Snagov, en cuya iglesia se dice que está la tumba del príncipe.

Brasov

Uno de los grandes destinos turísticos dentro de Rumanía,aunque poco tiene que ver con la leyenda de Drácula, aunque fue víctima de la brutalidad de Vlad ‘El Empalador’ por apoyar al príncipe Dan, su principal rival por el poder en Valaquia.

Lo que no se puede dejar de ver es la Iglesia Negra, la mayor catedral gótica que se levanta entre Viena y Estambul. El color se lo debe a un incendio que sufrió en 1689. En el interior, las 120 fabulosas alfombras turcas que cuelgan de las galerías nos recuerdan que estamos en una importante ruta comercial: los mercaderes hacían este tipo de regalos a la iglesia en sus expediciones a tierras otomanas.

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