Patagonia y Tierra de Fuego

Alejada de todo, permanece como una tierra desolada, extrema, donde el hombre aún puede reinventarse a sí mismo. En el pasado, fue el hogar de culturas indias adaptadas a este medio hostil. Unas culturas que retrocedieron ante la llegada de nuevos pobladores -aventureros, visionarios y simples emigrantes europeos de todas las procedencias-, que acudían en busca de una oportunidad. También fue un destino de exilio y confinamiento, donde los gobiernos australes apartaban a los disidentes políticos.

chl_07_tierra-del-fuego

Juntos, construyeron una sociedad de frontera, un mundo de pioneros en lucha contra un entorno feroz y contra cualquier obstáculo que se interpusiera en sus anhelos. Sin miramientos. La naturaleza les negó casi todo -agua, tierras fértiles, facilidades para las comunicaciones-, pero, como contrapartida, les dio espacio, mucho, todo el que necesitaran. No tardaron en delimitarlo con sus alambradas y vivificarlo con sus rebaños. Y en defenderlo a tiros, cuando fue necesario, contra cuatreros y pumas. También contra los indios, hasta extinguirlos.

rebaño patagonia

Ese mundo ha empezado a cambiar. Cayó el precio de la lana, disminuyeron las colonias de mamíferos acuáticos, se agotaron los filones de oro… Como contrapartida, llegó una fuente de riqueza que, alterando las formas de vida tradicionales, posibilita su perpetuación: el turismo. Gracias a él, se protegió la fauna patagónica, muchas estancias en bancarrota se reconvirtieron en alojamientos rurales y las divisas fluyen hacia las arcas estatales. La Patagonia se adapta a los nuevos tiempos, sin renunciar a sí misma.

jus-720x300

Permanecen sus paisajes inmensos, sus montañas, sus glaciares y sus lagos. También la belleza de esperanza. Aún hoy, atrae a argentinos y chilenos de las ciudades, que aspiran a una vida mejor. Son argumentos suficientes para cualquier viajero, que convierten su visita en una experiencia insuperable.

t3_cod187_imagen_big

Deja una respuesta