India del sur

Barullo y espiritualidad, esa es la India auténtica.Un concepto que suele barajarse cuando tratamos de Andhra Pradesh, Karnataka, Kerala y Tamil Nadu, los cuatro estados meridionales de la Unión India. Pero, una vez más, nos hallamos ante un prejuicio occidental. Todas las indias son genuinas. No hay una septentrional, trufada de monumentos y alardes arquitectónicos, que recibe mayor número de viajeros; y otra meriodional, donde los excesos construcctivos son menos conocidos y extendidos y las personas conservan la llama de lo tradicional.

La india del sur es tan compleja y contradictoria como el resto del país. Lo destacan las publicaciones con experiencia en el terreno. En un palmo de territorio podemos encontrar el mundo rural en su expresión más conocida, con el verdor de los campos de arroz y las cimbreantes palmeras ofreciendo cocos por doquier. Y la tecnología más avanzada, que convierte a la India en un país con un desarrollo mayor del que muchos podían suponer. Las cosas han dado diversos vuelcos desde que se tuviera esa zona del continente asiático como paradigma de la pobreza. Todo ha cambiado considerablemente. Siguen habiendo estadísticas escalofriantes, pero clava una cuña en ellas cierto bienestar y pujanza.

Eso sí, la que no se ve modificada es esa mezcla tan chocante para nosotros de barullo y espiritualidad. Veneración, plegaria y creencias que se remontan a milenios se llevan con una naturalidad absoluta, sin excesos de mojigatería, con la alegría de vivir, el desorden aparente y la acumulación de personas y mensajes que es la India. Por eso reclamamos que no se tome al sur como «la» parte auténtica de la India, sino únicamente una de ellas. Hemos intentado explicarla sin apriorismos, procurando progresar a la misma velocidad que uno de los países más fascinantes de la tierra.

 

 

 

 

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